La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) aprobó esta semana el uso de la vacuna contra el dengue, desarrollada por el laboratorio japonés Takeda, en medio del peor brote del que se tenga registro en nuestro país.
Para Rogelio Pizzi, médico infectólogo y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, esta noticia trae una “luz de esperanza” en la lucha contra una enfermedad que al año causa alrededor de 400 millones de infecciones y 25 mil muertes.
En total son más de 100 los países que tienen al dengue como enfermedad endémica. Sin embargo, el cambio climático y la tropicalización de muchas áreas del mundo podría extender los lugares de infección a zonas que antes no contaban con la propagación autóctona del dengue. Tal es el caso de nuestro país, donde al día de hoy son ya 15 las provincias afectadas por casos de dengue por transmisión local.
Esta vacuna, según explica Pizzi, reduce las hospitalizaciones en un 85% y el riesgo de sufrir las formas graves de la enfermedad en un 75%. Se aplica en dos dosis, aptas para personas entre 4 y 60 años, y presentan efectos adversos mínimos, como pequeñas febrículas.
El Ministerio de Salud de la Nación, junto con las distintas provincias y el laboratorio Takeda, se encuentran trabajando en este momento para determinar cómo va a ser la distribución de la vacuna, que se estima comenzará a partir del segundo semestre de este año.
Pizzi confía en que esta inmunización, al igual que el resto de vacunas distribuidas por el sistema de salud público nacional, sea de acceso gratuito.
Sin embargo, el decano de la Facultad de Medicina hace énfasis en la necesidad de no abandonar las campañas de concientización, descacharrización y limpieza para prevenir la cría del Aedes aegypti. Según especifica, la vacuna disminuye fuertemente los riesgos de complicación en la enfermedad, pero “no corta la transmisión vectorial”, por lo que es importante seguir sosteniendo la responsabilidad ciudadana para combatir al dengue.
