OPINIÓN

Perros sí, niños no: El nuevo rostro de las familias argentinas

29 de Septiembre, del 2024 - Opinión

Cada vez más jóvenes deciden adoptar perros en lugar de formar familias con hijos. Sin embargo, mientras los animales reciben el cariño y cuidado de muchos hogares, la situación de los "humanos abandonados" parece empeorar en una sociedad marcada por la soledad y la desconexión emocional.

 

En las calles de Buenos Aires, una tendencia silenciosa pero persistente está redefiniendo el concepto de familia. Mientras los ladridos alegres resuenan en los parques y las peluquerías caninas prosperan, las risas infantiles se vuelven cada vez más escasas. Las estadísticas son claras: hay más perros que niños en la capital argentina. Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, revela profundas transformaciones que no tardarás en aparecer en otros puntos del país.


Según el censo de 2022, en la capital argentina hay más perros que niños menores de 14 años. Un informe oficial del GCBA señala que hay 493.676 perros en la ciudad, frente a 460.696 niños, marcando un cambio profundo en la dinámica social. Y no se trata solo de números, sino de una visión que está cobrando cada vez más relevancia: los perros, y hasta otros animales silvestres, se convierten en la opción preferida de adopción, mientras que muchos niños y adultos marginados siguen siendo ignorados por la sociedad.


La situación es desconcertante. Cada vez es más común ver a personas adoptando perros abandonados de la calle y llevándolos a sus casas, pero ¿cuántos harían lo mismo con un indigente? Una persona sin hogar, atrapado en las garras de la pobreza o la adicción, no genera la misma empatía. Quizás, como muchos dicen en tono de broma, el perro tiene la ventaja de no ser alcohólico o drogadicto, lo que le otorga una "vida nueva" al ser adoptado. Esta preferencia es un reflejo de los tiempos en que vivimos, donde el aislamiento social y la hiperconexión digital han mermado nuestra capacidad de formar lazos con otros seres humanos.


Aún más llamativo es cómo algunos hogares optan por animales silvestres como zorros o iguanas, y hasta carpinchos, mientras que niños en situación de extrema vulnerabilidad, tanto en el Impenetrable chaqueño como en otros lugares del país, quedan fuera de las prioridades de adopción. Es más, en algunos casos, familias de clase media alta prefieren ir hasta África para adoptar un niño, en lugar de ofrecer su hogar a los chicos de nuestra propia tierra.


Este contraste se profundiza aún más si se toma en cuenta el último informe del INDEC de septiembre de 2024, que reveló que más del 67% de los niños y adolescentes en Argentina viven en situación de pobreza. Esta alarmante cifra refleja el desamparo que sufren miles de menores, muchos de ellos en el norte del país, donde el acceso a servicios básicos y a oportunidades es extremadamente limitado. Mientras tanto, las mascotas encuentran hogares y cuidados que muchos niños ni siquiera pueden soñar.


La baja tasa de natalidad que afecta a Argentina en su totalidad, y en particular a Buenos Aires, es también un síntoma de este fenómeno. Las mujeres y los jóvenes ya no ven en la maternidad o la paternidad un objetivo fundamental de vida, sino una responsabilidad que prefieren evitar. Al respecto, un vecino de la capital afirmó en un medio nacional: “Prefiero mil veces estar con un perro que con un humano. El perro siempre está, te acompaña y no te genera responsabilidades futuras como un hijo”. 


Este cambio en la pirámide poblacional, donde la base se estrecha y la cúspide se ensancha, refleja no solo una disminución de los nacimientos, sino una transformación profunda en nuestras prioridades y la manera en que construimos nuestras relaciones. Vivimos hiperconectados a través de las redes sociales, pero cada vez estamos más solos. Y en esa soledad, parece que el mejor amigo del hombre es, sin lugar a dudas, el perro.


TEMAS RELACIONADOS

el nordestino