El pasado domingo, el candidato presidencial del Frente Amplio, Yamandú Orsi, ganó las elecciones en Uruguay con el 43,82% de los votos, mientras que Álvaro Delgado, del oficialista Partido Nacional, obtuvo el 26,84%. Sin embargo, Orsi no alcanzó la mayoría absoluta del 50% más uno necesaria para consagrarse presidente en esta primera vuelta, lo que llevará a una segunda vuelta electoral programada para el 24 de noviembre.
Luis Rosales, analista internacional, destacó la similitud de este escenario con el de las elecciones de 2019, cuando el actual presidente, Luis Lacalle Pou, logró ganar el balotaje tras quedar en segundo lugar en la primera ronda. “Se repite con bastantes similitudes la historia respecto de hace cuatro años. Lacalle Pou salía segundo en la primera vuelta y después ganaba el balotaje, sumando al segundo más el tercero”, comentó Rosales.
El analista también enfatizó la posibilidad de una coalición que sume los votos del Partido Nacional y el Partido Colorado, tercer lugar en los comicios, para enfrentar al Frente Amplio. “Es altamente probable que en la segunda vuelta del 24 de noviembre se efectivice esta idea de una unión de todos contra el Frente Amplio, como ha pasado otras veces. De ser así, quedan empatados y veremos... los independientes, la gente que a último momento se decide para qué lado inclina la balanza”, añadió.
Rosales subrayó la estabilidad política de Uruguay, elogiando su sistema institucional robusto: “Lo más importante que tiene el Uruguay es que, incluso con el Pepe Mujica, que era lo más extremo que tenían, prácticamente ningún presidente sacó los pies del plato en cuanto a patear el tablero, empezar de vuelta. Hay una convivencia y una alternancia muy sana en el Uruguay”.
En cuanto a las implicaciones regionales, Rosales señaló que un triunfo del Frente Amplio acercaría a Uruguay a políticas más alineadas con el gobierno de Lula en Brasil, mientras que una victoria del Partido Nacional podría generar una mayor afinidad con las propuestas de Javier Milei en Argentina. Sin embargo, resaltó que “Uruguay tiene políticas de largo plazo, políticas de Estado que muchas veces, la mayoría de las veces, no se modifican por más que se modifique el gobernante de turno”.