Desde el Ministerio de Finanzas se explora un programa que incluiría fondos frescos y reformas estructurales.
El Gobierno argentino se encuentra en negociaciones preliminares con el Fondo Monetario Internacional para acordar un nuevo programa que incluiría el desembolso de fondos frescos. Aunque las conversaciones aún no son formales, desde Washington y Buenos Aires se asume que el acuerdo avanzará sin mayores inconvenientes, especialmente tras el espaldarazo recibido desde el organismo multilateral. El ministro de Economía, Luis Caputo, confirmó que se están discutiendo montos y modalidades de los desembolsos, aspectos clave para reforzar las reservas y sostener la estabilidad económica.
El contexto internacional y los resultados económicos del país juegan a favor de las negociaciones. Durante una conferencia, la vocera del FMI, Julie Kozack, destacó la implementación exitosa del programa de estabilización económica de Argentina, subrayando logros como la reducción de la inflación, el superávit fiscal y la mejora en las reservas. Estas señales de recuperación, junto a la caída del riesgo país, dan margen al Gobierno para plantear un acuerdo que contemple metas flexibles y reformas que impulsen la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
El descenso del riesgo país, cercano a perforar los 700 puntos básicos, abre nuevas opciones para el manejo de la deuda. Entre las alternativas se evalúa emitir bonos a tasas más bajas o canjear títulos de corto plazo por otros de vencimientos más extensos. Estas estrategias aliviarían la presión sobre las finanzas públicas, permitiendo que los recursos del FMI se destinen al fortalecimiento de las reservas o al pago de vencimientos clave, como los 10.000 millones de dólares que deben cancelarse con privados el próximo año.
En paralelo, el Gobierno confirmó la llegada de 4.000 millones de dólares provenientes del BID y el Banco Mundial, lo que representa un alivio adicional para las reservas. Sin embargo, los desafíos no se limitan a garantizar la estabilidad macroeconómica; la inclusión de fondos frescos en el acuerdo podría implicar mayores exigencias del FMI, como compromisos estructurales en las áreas fiscal y monetaria, reduciendo la flexibilidad de la política económica.