La escasez de gasolina y diésel, junto a la inflación, desata protestas masivas en un país que lucha por recuperar la estabilidad
Las calles de Bolivia son escenario de largas filas de vehículos que se extienden durante kilómetros frente a estaciones de servicio. El país, que alguna vez fue el segundo mayor productor de gas natural en Sudamérica, enfrenta ahora una escasez de combustible que golpea la economía y la vida cotidiana de millones de ciudadanos. La situación ha paralizado sectores clave como la agricultura y el transporte, mientras el costo de los alimentos y otros productos básicos se dispara, afectando especialmente a los sectores más vulnerables de la población.
La crisis se origina en un colapso monetario que redujo drásticamente el acceso a divisas, dificultando la importación de combustibles esenciales. El impacto se siente tanto en las áreas rurales como en las ciudades. Agricultores ven obstaculizada la distribución de sus productos, mientras los consumidores urbanos luchan por encontrar alimentos a precios accesibles. Este panorama, en un país que supo ser un motor económico regional, refleja el agotamiento de un modelo basado en la exportación de recursos naturales.
Las protestas masivas en distintas regiones del país han puesto al presidente Luis Arce bajo una creciente presión. La ciudadanía reclama soluciones concretas, mientras la falta de resultados alimenta el descontento y debilita la imagen del gobierno. A esto se suma la lucha interna dentro del oficialismo entre Arce y el expresidente Evo Morales, lo que fractura al Movimiento Al Socialismo y suma incertidumbre a las elecciones presidenciales previstas para 2025.
El gobierno, por su parte, ha anunciado medidas como el aumento del gasto público y la continuidad de los subsidios al combustible, aunque estas políticas han sido duramente criticadas por sectores empresariales y analistas económicos. Con un panorama marcado por bloqueos, inflación y demandas de cambio, Bolivia enfrenta el desafío de superar una crisis que no solo afecta su economía, sino también su estabilidad social y política.