La inseguridad golpea en el centro de Resistencia. Una mujer resultó herida al enfrentar a un ladrón que irrumpió en su casa. Pide medidas urgentes para proteger a su familia y a los vecinos.
En la noche del domingo, Analía, vecina de la zona de Paraguay y Monteagudo, en pleno centro, vivió una experiencia aterradora. Un delincuente ingresó a su vivienda escalando por una ventana mientras ella y su hijo estaban en casa. Durante el robo, la mujer resultó herida al defenderse del agresor, quien logró escapar dejando a una familia y un barrio aterrado.
“Entró con la remera envuelta en la cabeza y me dijo que no era un chiste, que venía a robarme”, relató la víctima a N9. Según Analía, el delincuente le exigió dinero, pero al no tener efectivo en casa, ella le entregó su celular. Sin embargo, cuando se disponía a darle el teléfono, el asaltante la atacó con un cuchillo tramontina, provocándole cortes en la mano.
La mujer logró desarmar al intruso tras un intenso forcejeo y causarle una herida al morderlo en la pierna. “Me pegó en el maxilar derecho, lo que me dejó un desplazamiento que hoy no me deja comer”, comentó. Finalmente, el hombre huyó llevándose las llaves de la casa y del automóvil, dejando a Analía y a su hijo encerrados y a merced de los vecinos, quienes acudieron para ayudar.
Analía señaló que la zona se encuentra afectada por la delincuencia por la presencia de un edificio abandonado que, según Analía, se ha convertido en un “aguantadero”. “Ese lugar es conocido por las peleas entre grupos que lo ocupan. La policía lo sabe, pero nadie actúa”, denunció.
“Lo más difícil fue proteger a mi hijo, que estaba en otra habitación escondido y presenció todo”, relató Analía. Su hijo, quien tiene una discapacidad intelectual, enfrenta ahora las secuelas emocionales del ataque. “Este momento de estrés fue demasiado para él. Su condición hace que asimilar lo que vivimos sea aún más grave y prolongado”, explicó, visiblemente afectada.
Analía hizo un pedido urgente de mayor seguridad para el barrio, destacando que la falta de vigilancia transforma las calles en zonas peligrosas, especialmente los fines de semana. “Estamos en pleno centro, pero parece un barrio fantasma, como si nadie viviera aquí”, lamentó.