El presidente y el gobernador chaqueño lograron avances en estabilidad y orden fiscal, pero enfrentan críticas por la falta de impacto en el día a día de la ciudadanía.
Por Alejandro Pegoraro, analista de Politikon
A un año de la gestión de Javier Milei como presidente de la Nación, el balance presenta matices que invitan tanto al reconocimiento como a la crítica constructiva. Su administración logró estabilizar ciertas variables macroeconómicas que resultaban fundamentales para frenar la escalada inflacionaria y evitar un colapso del sistema financiero. La reducción del riesgo país, la contención del dólar y el fortalecimiento del mercado financiero son logros indiscutibles que permiten sentar las bases para un desarrollo sostenido. Sin embargo, estas mejoras no han permeado a la economía real, donde la caída del salario, el aumento de la pobreza y un desempleo persistente configuran una deuda urgente.
El desafío radica en que los argentinos todavía no perciben mejoras palpables en su calidad de vida. El gobierno parece operar bajo la idea de que estabilizar lo macroeconómico derivará automáticamente en beneficios para la economía cotidiana. Sin embargo, la historia reciente demuestra que los procesos de recuperación en Argentina han necesitado siempre de un rol activo del Estado. Este aspecto, que parece estar relegado bajo el paraguas ideológico de esta gestión, es el talón de Aquiles de la administración Milei.
Por otro lado, en el plano provincial, el primer año de Leandro Zdero como gobernador de Chaco muestra una gestión que ha priorizado ordenar las cuentas públicas y reducir el gasto, objetivos que ha cumplido en gran medida. Sin embargo, ese equilibrio fiscal ha tenido un costo social significativo, con ajustes que impactaron en los salarios estatales y limitaron los programas de inversión y desarrollo. Si bien es comprensible que un gobierno novel dedique su primer año a acomodarse, el desafío inmediato para Zdero será pasar de la administración a la acción, promoviendo obras públicas y programas sociales que dinamicen la provincia.
Al comparar ambos liderazgos, las diferencias de escala son evidentes: Milei cuenta con mayores herramientas e impacto nacional, mientras que Zdero lidia con los límites propios de una administración provincial. Aun así, ambos enfrentan el desafío común de transformar el discurso de orden y estabilidad en resultados concretos que la población pueda sentir en su vida cotidiana.
El tiempo apremia y los argentinos, resilientes como siempre, esperan que estas gestiones trasciendan las cifras y los logros simbólicos para convertirse en cambios reales y sostenibles.