Las llamas, avivadas por condiciones climáticas extremas, ya han destruido más de 2.000 edificaciones y causado al menos cinco muertes
Los incendios en Los Ángeles han dejado un saldo devastador, con más de 11.760 hectáreas consumidas y al menos cinco muertes confirmadas. Los focos principales en Pacific Palisades y Altadena permanecen fuera de control, lo que llevó a las autoridades a emitir órdenes de evacuación para más de 130.000 personas. Kristin Crowley, jefa de bomberos, calificó el incendio de Pacific Palisades como "uno de los desastres naturales más destructivos de la historia de Los Ángeles".
La situación, agravada por la sequía extrema y los fuertes vientos de Santa Ana, ha permitido que las llamas se propaguen con una velocidad alarmante. Según el Servicio Meteorológico Nacional, aunque las condiciones críticas han disminuido ligeramente, el riesgo de nuevos incendios persiste. Barrios enteros, incluidos algunos en Altadena y Pasadena, han quedado reducidos a cenizas, mientras miles de personas buscan refugio en centros de evacuación.
Entre los fallecidos se encuentra Victor Shaw, de 66 años, quien intentó salvar su hogar en Altadena con una manguera de jardín. Su hermana, Shari Shaw, relató cómo las llamas lo atraparon: “Grité su nombre, pero no me respondió. Tuve que salir para salvarme”. Esta pérdida refleja la magnitud de una tragedia que, según expertos, es resultado de condiciones climáticas extremas agravadas por la falta de lluvias desde la primavera pasada.
A pesar del esfuerzo de más de 1.000 bomberos en la región, las llamas ya destruyeron más de 2.000 edificaciones, muchas de ellas mansiones valuadas en millones de dólares. Las autoridades también advierten sobre otros riesgos colaterales, como derrumbes, cortes de energía y contaminación del agua potable. El sheriff del condado, Robert Luna, describió algunas zonas afectadas como “si hubieran sido bombardeadas”, mientras se despliegan perros de búsqueda para localizar posibles víctimas.