A pocas semanas de las elecciones, la ciudadanía alemana dejó en claro su rechazo a las políticas xenófobas y reaccionarias.
Las calles de Berlín se llenaron de voces en contra del avance de la ultraderecha y la complicidad de los sectores conservadores. Más de 160.000 personas se movilizaron este domingo para exigir un freno a Alternativa para Alemania (AfD) y a quienes se alinean con sus políticas de odio. El enojo estalló tras la decisión de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de votar junto a la extrema derecha en una propuesta para restringir la inmigración, un paso peligroso hacia la normalización de discursos que atentan contra los derechos humanos.
La manifestación, que superó ampliamente las expectativas de los organizadores, llegó hasta la sede de la CDU, dejando en claro el mensaje: la democracia no puede coexistir con el fascismo. Michel Friedman, exmiembro de la CDU, recordó a los presentes que “el odio no es libertad de expresión” y que la dignidad humana debe ser la base de cualquier política. Sus palabras fueron recibidas con aplausos mientras la multitud coreaba consignas en defensa de los derechos de los migrantes y de una Alemania diversa y democrática.
No solo Berlín se hizo escuchar. En ciudades como Potsdam y Bonn, miles de personas se sumaron a la jornada de protesta, demostrando que el rechazo a la ultraderecha es un sentimiento extendido en todo el país. Y la resistencia no se detiene: para el lunes ya están programadas al menos ocho movilizaciones más, coincidiendo con un congreso de la CDU en la capital alemana. La ciudadanía parece decidida a no permitir que el discurso de odio se instale sin resistencia.
Mientras tanto, la AfD sigue ganando terreno electoral, con uno de cada cinco alemanes votando por ellos en las últimas encuestas. Este avance no es un accidente, sino el resultado de años de blanqueo de su discurso reaccionario por parte de sectores conservadores que, en lugar de enfrentarlos, han decidido coquetear con sus políticas. La pregunta que queda en el aire es hasta dónde están dispuestos a llegar quienes hoy, por estrategia o conveniencia, eligen mirar hacia otro lado.