SALUD

Reflexiones sobre el cigarrillo electrónico: ¿Alternativa saludable o nuevo peligro?

07 de Febrero, del 2025 - Destacadas

Por Dr. Ernesto Illiovich.

En estos tiempos modernos, la tecnología y la industria del consumo continúan encontrando formas de reinventar productos antiguos, y el cigarrillo electrónico es un claro ejemplo de ello. Surgió como una supuesta alternativa menos tóxica al cigarrillo tradicional, un intento de ofrecer algo que permitiera a los fumadores dejar el tabaco sin tener que enfrentarse a la complejidad de una cesación completa. No obstante, al igual que en los años 50, cuando la sociedad no era plenamente consciente de los peligros del cigarrillo, hoy nos encontramos frente a un fenómeno cuyo impacto aún no comprendemos completamente.

Es cierto que el cigarrillo electrónico, a diferencia del cigarrillo convencional, no produce la misma combustión de tabaco, lo que, en teoría, podría hacerlo menos perjudicial. Se pretende que, al inhalar un aerosol compuesto principalmente de vapor de agua, no estemos expuestos a los compuestos químicos del cigarro tradicional. Sin embargo, esta es una visión simplista. Lo que realmente estamos inhalando no es solo vapor de agua, sino una mezcla de sustancias que incluye nicotina, propilenglicol, glicerol y diversos aromatizantes que, en muchos casos, son potencialmente perjudiciales.

El vapeo, tal como se lo conoce erróneamente, es una alternativa que, a pesar de sus supuestos beneficios, ha demostrado generar graves problemas respiratorios. A lo largo de los años, he visto cómo las personas, especialmente los adolescentes, se han adentrado en el uso de estos dispositivos, convencidos de que están optando por una opción más segura, cuando en realidad solo están intercambiando un peligro por otro. Muchos jóvenes entre 14 y 15 años que jamás habían fumado, ahora se ven atrapados en la adicción a la nicotina, un componente presente en la mayoría de los líquidos de estos dispositivos.

Lo que resulta aún más alarmante es que, al igual que sucedió con los cigarrillos convencionales, los efectos del cigarrillo electrónico aún no están completamente estudiados. En un primer vistazo, puede parecer una opción menos dañina, pero estudios recientes han mostrado que el uso de estos dispositivos puede causar daños pulmonares significativos, desde irritaciones en la vía aérea hasta condiciones más graves como la neumonía química. Esto no es trivial: el hecho de que el vapeo afecte no solo a los pulmones, sino también al aparato cardiovascular, debería ser motivo de preocupación. La nicotina, responsable de la adicción, también genera alteraciones en los vasos sanguíneos, y con el paso del tiempo, puede afectar a todos los órganos del cuerpo de manera similar a lo que ocurre con el cigarro convencional.

Lo más desconcertante es que, a pesar de los evidentes riesgos, muchas personas siguen optando por este camino, al igual que ocurre con el cigarrillo tradicional. ¿Qué lleva a un ser humano a continuar exponiéndose a estos peligros, aun cuando sabe que está afectando su salud? La respuesta podría radicar en la naturaleza humana. Somos seres impulsivos, capaces de tomar decisiones irracionales, incluso cuando la evidencia nos señala los riesgos. A veces, el placer inmediato de la satisfacción o la necesidad de pertenecer a un grupo social puede ser tan fuerte que nos lleva a ignorar las consecuencias a largo plazo.

En mi experiencia como médico, he visto cómo muchos fumadores, después de años de consumo, se arrepienten al ver las consecuencias irreparables en su salud. El daño en los pulmones, el sistema cardiovascular y otros órganos no siempre se manifiesta de inmediato, lo que hace que la adicción sea aún más peligrosa. El cigarrillo electrónico, aunque se promocione como una opción menos dañina, podría terminar siendo otro capítulo en esta historia de desconocimiento y negligencia.

Es fundamental que la sociedad, los profesionales de la salud y las autoridades trabajen para entender los efectos de estos dispositivos y para educar a la población, especialmente a los jóvenes, sobre los peligros que conlleva su uso. Si bien el cigarrillo electrónico puede no ser tan perjudicial como el cigarro convencional, los estudios aún son limitados, y el daño a largo plazo podría ser tan grande o incluso mayor. La prevención, la información y la educación son las claves para evitar que esta nueva moda se convierta en una crisis de salud pública.

Es hora de ponerle un freno al consumo irracional y, más que nunca, hacer un llamado a la reflexión. No se trata solo de una moda, se trata de nuestra salud. Y la salud, al fin y al cabo, es lo más valioso que tenemos.