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Papa Francisco en Mongolia: “La Iglesia no tiene una agenda política; los gobiernos no deben temer”

El papa Francisco afirmó ayer en un encuentro con misioneros católicos en su visita a Mongolia que “los gobiernos no tienen nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia”, una declaración percibida como mensaje para China. Porque, durante mucho tiempo, el Partido Comunista de China sospechó que el Vaticano podía tener influencia política en los católicos chinos.

“La Iglesia no tiene una agenda política”, dijo el pontífice argentino de 86 años en la catedral de los Santos Pedro y Pablo de Ulán Bator. “El mensaje de misericordia y verdad –continuó– busca promover el bien de todos”.

Este viaje es la primera visita papal a Mongolia: un país de mayoría budista situado al sur de Rusia y al norte de China, donde apenas hay 1.400 fieles, incluyendo veinticinco sacerdotes y treinta y tres monjas. 

El desplazamiento del líder de la Iglesia Católica parece orientado a mejorar los vínculos entre el Vaticano y China, que no tienen relaciones diplomáticas. 

Francisco hizo un esfuerzo en mejorar los lazos con Pekín y el año pasado, renovó un acuerdo espinoso sobre el nombramiento de los obispos en China.

En su primer acto público, desde su llegada (el viernes), el Papa fue acogido ayer con una ceremonia oficial en Ulán Bator, con la guardia de honor de jinetes en la enorme plaza Sukhbaatar, denominada así por un -héroe revolucionario mongol. 

El presidente de Mongolia, Ukhnaa Khurelsukh, vestido con una túnica tradicional, descendió por una larga escalinata con alfombra roja para recibir al Papa justo enfrente de una enorme estatua de bronce de Gengis Kan, el fundador del Imperio mongol en el siglo XIII.

Más de mil peregrinos de otros países, incluidos chinos que viajaron para la ocasión, y algunos curiosos se congregaron en la plaza para ver a Francisco. 

El Papa elogió la “sabiduría” y la rica y antigua cultura de Mongolia, donde los ganaderos y agricultores son “respetuosos con los delicados equilibrios del ecosistema”. 

También alertó sobre los peligros de la corrupción en esta joven democracia, sacudida el año pasado por manifestaciones contra un escándalo de malversación relacionado con la industria del carbón.

El pontífice dijo que las religiones pueden “representar una salvaguardia ante la insidiosa amenaza de la corrupción, que supone un peligro grave al desarrollo de cualquier comunidad humana, fruto de una mentalidad sin escrúpulos y utilitarista que ha empobrecido países enteros”.

A las puertas de China. Muchos peregrinos viajaron desde otros países para ver al Papa. Algunos fieles llegados de China intentaron taparse la cara con mascarillas o gafas de sol, por miedo a ser identificados.

“Hay que tener perfil bajo y sobre todo, no decirle a nadie que uno está aquí por el Papa. En la aduana nos preguntaron si somos católicos y les dijimos que estamos de turismo”, contó una ciudadana china que prefirió no ser identificada.

Otro peregrino chino relató que ver al Papa “es como ver a Jesús”. “Muchos católicos en China hubieran querido venir, pero no pudieron. Nos sentimos bendecidos”, dijo el hombre, que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias.

“Una persona maravillosa”. Enkhtur Dagvadorj, un mongol, contó sonriente que no es católico, pero que quería ver al Papa en persona. “Parece una persona maravillosa”, afirmó.

Galina Krutilina, una rusa de 62 años, recorrió unos 6 mil km en tren desde Moscú con una amiga para ver a Francisco.

Mañana el pontífice pronunciará un discurso durante una reunión interreligiosa a la que está previsto que asista el responsable de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Ulán Bator. Después oficiará una misa en un estadio de hockey sobre hielo.

La visita también es una prueba para la frágil salud del Papa, que continúa viajando, a pesar de una operación de una hernia abdominal en junio y los agudos dolores de rodilla.

Fuente: Perfil.

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