El chavismo ha expresado su ambición de prolongar su permanencia en el poder por otros cien años, como un legado del controvertido golpe de Estado del 11 de abril de 2002 que desestabilizó brevemente el gobierno de Hugo Chávez.
En una reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional, dominada por el oficialismo, el influyente político Diosdado Cabello proclamó su deseo de que un revolucionario o una revolucionaria gobierne Venezuela en el centenario de este evento.
Esta declaración fue acompañada por una advertencia contundente a la oposición, enfatizando que no tendrán oportunidad alguna de acceder a la presidencia. “Ni por las buenas ni por las malas va a volver la oposición”, manifestó.
Cabello, quien también ocupa la posición de primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), instó a la oposición a reconsiderar sus estrategias, señalando que Venezuela se encuentra inmersa en un proceso electoral marcado por el dominio del chavismo.
El chavismo ha recurrido a la inhabilitación de candidatos opositores, como María Corina Machado, para asegurarse la continuidad en las elecciones de este año. Estos obstáculos han contribuido a un mayor aislamiento del gobierno de Nicolás Maduro, mientras que líderes regionales como Lula da Silva de Brasil y Gustavo Petro de Colombia han expresado su desaprobación hacia estas acciones.
A pesar de las críticas, Cabello reiteró su compromiso con la victoria del oficialismo en las próximas elecciones, argumentando que es necesario para preservar la libertad y la independencia de Venezuela. Asimismo, advirtió a la oposición sobre las consecuencias de sus acciones, recordando episodios previos de confrontación política y sugiriendo que cualquier amenaza contra el presidente Maduro será enfrentada con firmeza por parte del gobierno.
