Además, productores señalan un rebrote del picudo y otras plagas que afectarán severamente los rindes.
La sequía azota el suroeste chaqueño, causando estragos en los cultivos y preocupando a los productores agrícolas. Según el ingeniero agrónomo César Bendersky, presidente de la Asociación de Ingenieros Agrónomos del Sudeste Chaqueño, las pérdidas alcanzan hasta un 50% en diversas cosechas debido a la falta de lluvias. Bendersky describió a N9 el periodo sin precipitaciones como «catastrófico», exacerbado por altas temperaturas que han generado estrés térmico en los cultivos.
“Fue catastrófico, diría, porque la verdad que los cultivos venían, como decíamos, hasta el 15 de enero muy bien, sembrándose lotes de maíz y sorgo, soja, y bueno, hubo entre 15 y 20 días de que no llovió y lo peor de todo la alta temperatura, que generaron estrés térmico», relata Bendersky.
El panorama agrícola, que inicialmente prometía una cosecha abundante debido a las expectativas del fenómeno de El Niño, se ha visto truncado por la falta de agua. La situación se agrava con la aparición de plagas, incluyendo un resurgimiento del picudo del algodonero y ataques de isocas en cultivos de soja y alfalfa. Esta combinación de factores ha generado una preocupación generalizada entre los productores.
Según Bendersky, «Con los calores que hubo, Picudo no estaba habiendo nada y entre ayer y anteayer hay zonas que no sé dónde salió, explotó el Picudo, encontramos en toda la muestra Picudo, Chinchehorcia, Spodoptera, hay de todo un poco, Pulgones, después en Soja también hay algunos ataques de Isoca, en Alfalfa, así que bueno, con la lluvia también aparecieron las plagas».
Aunque las recientes lluvias han brindado algo de alivio, su volumen ha sido insuficiente para revertir por completo los daños ocasionados por la sequía. Bendersky señala que, si bien la humedad ha penetrado en el suelo, muchos cultivos están estresados y muestran signos de deterioro irreparable. En algunos casos, se estima que hasta el 50% de los cultivos ya se ha perdido, lo que resulta en una merma significativa en la superficie cultivada y, por ende, en los rendimientos esperados.
En opinión de Bendersky, «Y lote de soja, muy manchoneado. Soja, más que nada la chiquita, que tenemos suelo bastante sectorizado, con salitre, con bajo, donde más sufre. Que realmente se quemó, desapareció la planta. Parte, así que hay lote que el 50% ya está perdido. Y bueno, tengo esperanza de que siga lloviendo y la planta se recupere algo».
A pesar de los desafíos, persiste una leve esperanza entre los productores de que las condiciones mejoren y se pueda recuperar parte de la producción perdida. Sin embargo, el pronóstico incierto y la inclemencia del clima plantean un futuro difícil para la agricultura en la región.
